Se habla de al menos diez seminaristas abusados por el depredador homosexual argentino Gustavo Zanchetta al que Bergoglio encubrió y relevó inventando un nuevo cargo en el Vaticano asignándolo como asesor en la Amministrazione del Patrimonio della Sede Apostólica (APSA).
Por José Arturo Quarracino, 8 de enero de 2019
Malas noticias sobre el encubrimiento de abusos sexuales por parte del Vaticano, y en especial de su “jefe” supremo, el obispo de Roma, siguen sacudiendo a la Iglesia Católica, sobre todo por el particular estilo personalista y cuasi dictatorial de Jorge Mario Bergoglio, quien como buen jesuita maneja a la Santa Sede “con puños de hierro con guantes de terciopelo”, pero que al ejercer como “jefe absoluto” termina siendo afectado por los escándalos que se han suscitado, se suscitan y seguramente se seguirán suscitando con el correr de los meses.
Lo grave ahora es que el nuevo caso denunciado no sólo proviene de la patria originaria de Francisco, sino que afecta a un obispo amigo personal suyo desde la época que éste era un simple sacerdote en la diócesis de Quilmes, en el sur del conurbano de la provincia de Buenos Aires.
Pero más grave todavía es que pone en evidencia el involucramiento personal del pontífice (y en los últimos meses bombero vaticano) en el encubrimiento de casos de abusos sexuales en los que están involucrados y acusados prelados que son sus amigos, antes con el ¿ex? cardenal Theodore McCarrick y ahora con monseñor Gustavo Zanchetta.
En el primero de los casos los Testimonios del arzobispo Claudio Maria Viganò han sido lapidarios y contundentes, sin ser refutados en lo más mínimo. En el segundo caso, la forma en que se administró su renuncia en tiempo relámpago y fuera del protocolo oficial de la Iglesia en casos como éste y su más que pronta promoción en un organismo tan delicado como la Administración Apostólica de la Santa Sede (APSA) arroja sombras sobre el papa Francisco: en efecto, es difícil creer que se pueda abandonar una diócesis sin esperar la aceptación de la misma e inmediatamente después pasar de una humilde diócesis en una provincia argentina a un altísimo cargo, creado en tiempo récord y a la medida en el Vaticano, sin que de alguna manera no se vea involucrado su amigo el Papa.
El obispo Gustavo Oscar Zanchetta que ahora ha comenzado a caer en desgracia llegó a obispo de Orán (Salta) en el año 2013, simplemente por haber formado parte del “círculo de amigos” del entonces cardenal Jorge Bergoglio, a pesar de los numerosos testimonios negativos que se le hicieron llegar al nuncio en Argentina y a la Santa Sede cuando fue nombrado.
Más que “pastor con olor a ovejas”, numerosos feligreses lo describieron como “pastor con piel de lobo”, sacando a la luz sus desmanejos económicos y los abusos de poder practicados en la diócesis de Quilmes, en la que ejerció como vicario episcopal de Asuntos Económicos, apoderado general del obispado y representante legal de todos los colegios de la diócesis, hasta ser nombrado obispo de Orán a los 49 años.
Como obispo, a poco más de un año de haber asumido sufrió un percance que tuvo fuerte repercusión pública en el periodismo de la zona, pero que fue ¿ignorado? por la jerarquía eclesiástica vaticana. Ocurrió en diciembre de 2014, cuando hizo uso de su condición eclesiástica y de sus relaciones políticas para no someterse a un control de alcoholemia y drogas en una ruta de la provincia de Salta, ante un puesto de control de la Gendarmería Nacional.
Como dijimos líneas arriba, llamó la atención su renuncia como titular del obispado de Orán, no sólo por su edad en ese momento de dimisión (52 años), sino por lo intempestivo de la maniobra: se despidió de su diócesis mediante una simple carta, abandonó la diócesis y se refugió inmediatamente bajo las alas de monseñor Andrés Stanovnik, OFM cap., obispo de Corrientes, a 800 kilómetros de la diócesis salteña, alegando “un problema de salud” que lo obligaba a presentar su dimisión, porque ese problema “no me permite llevar plenamente el ministerio pastoral que me fue confiado, sobre todo teniendo en cuenta la vasta extensión de nuestro territorio diocesano, y los enormes desafíos que tenemos como Iglesia en el norte de la patria”. Estas citas corresponden a la carta de Zanchetta, oficializada en su momento como Prot. N. 0597/17
(nuevaoransalta.files.wordpress.com/…/prot-059-2017-c…).
Pero el 25 de diciembre y el 28 de diciembre de 2018, y el 4 de enero de este año el diario El Tribuno de Salta, publicó sendas notas redactadas por la periodista Silvia Noviasky, quien reveló que el verdadero motivo de la auto renuncia de monseñor Zanchetta en el 2017 se debió fundamentalmente a la denuncia de varios casos (entre 9 y 10) de abusos sexuales contra seminaristas de la diócesis, cometidos entre los años 2014 y 2015, dados a conocer por tres sacerdotes de la diócesis.
La forma en que reaccionó y dimitió el prelado ahora denunciado pone en evidencia que “el problema de salud” era en realidad un intento de ocultar y diluir los abusos sexuales ahora denunciados.
También el neo Director “ad interim” de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, desmiente totalmente las afirmaciones oficiales de Zanchetta, al afirmar el 4 de enero de este año, en una declaración oficial, que el obispo argentino había renunciado a causa de “sus dificultades para dirigir al clero diocesano y a las muy tensas relaciones con los sacerdotes de su diócesis”, es decir, los problemas que padecía el entonces obispo de Orán eran a causa de su “autoritarismo” (zenit.org/…/alessandro-giso…).
Lo que resulta llamativo de esta declaración vaticana es que da a conocer motivos de la auto renuncia de Zanchetta que nunca habían sido mencionados oficialmente. Esto significa que el Vaticano, y su “jefe” supremo, sabían de los problemas “sacerdotales” que aquejaban al cuestionado y ahora denunciado obispo, lo cual no impidió no sólo encubrirlo, sino darle responsabilidades mayores y mucho más delicadas.
¿Es posible pensar que que estas maniobras encubridoras y promocionales fueron desconocidas por el obispo de Roma, y que todo lo que se hizo respecto al prelado en desgracia contó con su visto bueno? Si hay algo que nunca le ha faltado ni le falta al hoy papa Francisco es información de “primera agua”.
En última instancia, frente a ambas declaraciones oficiales sobre la renuncia del obispo argentino, o bien mintió monseñor Zanchetta en el 2017 o miente ahora Alessandro .Gisotti en el 2019, o más grave aún, los dos mienten, ocultando el verdadero problema que ahora sale a la luz: el abuso de seminaristas por parte de quien era su “pastor-lobo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.