jueves, 9 de abril de 2020

¿Puedes quedarte una hora conmigo? La "Vigilia Nocturna" del Jueves Santo

 “La Hora Santa no es una devoción, sino una obra de redención”, diría el obispo Fulton Sheen.


ORIGEN DE LA HORA SANTA


La hora santa es una practica de origen divino. En una de sus apariciones a Santa Margarita María de Alacoque Jesús le dijo; "Todas las noches del jueves al viernes te haré participar de la mortal tristeza que quise padecer en el Huerto de los Olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Y para acompañarme en aquella humilde plegaria, que entonces presenté a mi Padre, te postrarás con la faz en tierra, deseosa de aplacarla cólera divina y en demanda de perdón por los pecadores".

Pío XI, al comienzo del año Santo, exhortó al ejercicio de la Hora Santa como un "obligado y amoroso recuerdo de las amargas penas que el Corazón de Jesús quiso soportar parala salvación de los hombres". Ya antes, en su carta encíclica sobre la expiación que todos deben al Sagrado Corazón de Jesús "Miserentissimus Redemptor" [1] (8-V-1928) señaló: el Corazón de Jesús "para reparar las culpas recomendó esto, especialmente grato para El: que usasen las súplicas y preces durante una hora (que con verdad se llama Hora Santa), ejercicio de piedad no sólo aprobado, sino enriquecido con abundantes gracias espirituales". En otra ocasión explicó que "su fin principalísimo es recordar a los fieles la pasión y muerte de Jesucristo, e impulsarles a la meditación y veneración del ardiente amor por el cual instituyó la Eucaristía(memorial de su pasión), para que purifiquen y expíen sus pecados y los de todos los hombres". (21-III-1933).

Se trata por tanto de dedicar una hora a meditar los misterios cuando Cristo se sintió sólo y débil, como nosotros, y pide al Padre aparte el cáliz. Una hora para acompañarle, como el Ángel del huerto, en cuanto podemos, místicamente, junto al sagrario. Es una hora para volcar en su Sagrado Corazón todos nuestros afanes y sufrimientos, y recibir su gracia para sobrellevarlos. Una hora en definitiva, para agradecer su sacrificio y aprender de El.

PRÁCTICA DE LA HORA SANTA


Muchas personas no practican esta devoción porque envuelve un gran sacrificio. Esta devoción no es obligatoria. Pío XI facilitó el tiempo para la Hora Santa al fijarlo desde la puesta del sol hasta su salida, aunque la hora más indicada es la de once a doce en la noche del jueves a viernes. Cualquier lugares válido aunque es preferible la Iglesia y ante el sagrario a ser posible.

En cuanto a las oraciones, no hay nada fijo establecido, pero a juzgar por las palabras de Nuestro Señor a santa Margarita, lo más propio parece ser la meditación de su amarga Pasión y Agonía, su grandísima humillación, su infinito amor no correspondido, y los ultrajes hechos a su divina Majestad.

La Hora Santa se puede llenar por tanto, con varias devociones, como por ejemplo: leer por espacio de quince minutos la agonía de Nuestro Señor y luego meditar otros tantos minutos lo leído; o hacer el devoto ejercicio del Vía Crucis o del Rosario doloroso. Sea cual sea la devoción elegida lo importante es que debe ofrecerse todo ello por la conversión de los pecadores, tal y como Jesús mismo manifestó a santa Margarita.


 Ofrenda de la Hora Santa


Oh mi dulce Jesús, deseo pasar esta hora contigo, consolarte y reparar con el amor de mi pobre corazón la agonía que sufriste en Getsemaní. En esa hora solitaria fuiste abandonado, y las criaturas que creaste para amarte no te amaron. El peso de todos nuestros pecados te presionó, y el mío también; y por la tristeza que te causé por mis pecados, me esforzaré por pagarte ahora con mi amor. Fortalécelo,  mi Jesús para que en cierta medida pueda consolarte.

Sagrado Corazón de Jesús, fortalecido en Tu agonía por un Ángel,  consuélanos en nuestra agonía.




Oración por la perseverancia final


Padre Eterno, humildemente te adoro y agradezco por haberme creado y por haberme redimido por medio de Jesucristo. Te agradezco por haberme hecho cristiano al darme la verdadera fe y al adoptarme como tu hijo en el santo bautismo. Te agradezco por haberme dado tiempo para arrepentirme después de mis muchos pecados, y por haber, como espero, perdonado todas mis ofensas contra Ti. ¡Oh bondad infinita! Te agradezco también por haberme preservado de caer de nuevo tan a menudo como debería haber hecho si no me hubieras sostenido y salvado. Pero mis enemigos no dejan de pelear contra mí, ni lo harán hasta la muerte, para que puedan volver a tenerme como su esclavo; Si no me guardas y ayudas continuamente con tu ayuda, seré lo suficientemente miserable como para perder tu gracia de nuevo. Por lo tanto, te ruego, por el amor de Jesucristo, que me concedas la santa perseverancia hasta la muerte. Tu Hijo Jesús ha prometido que nos concederás lo que pedimos en su nombre. Por los méritos, entonces de Jesucristo, te ruego por mí mismo y por todos aquellos que están en tu gracia, la gracia de nunca más estar separados de tu amor, sino que siempre podamos amarte en esta vida y en la vida futura.


Dulce Corazón de Jesús, sé mi amor

Dulce Corazón de María, sé mi salvación.


Rezar el Santo Rosario.

Rezar el Santo Vía Crucis 

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