El editor de Catholic World Report entrevistó en el 2015 a Matthew Cullinan Hoffman sobre su traducción de un tratado contra la sodomía, la pederastia y la corrupción clerical escrita hace casi mil años por un gran reformador y doctor de la Iglesia.
El libro fue escrito por el monje benedictino, cardenal y doctor de la Iglesia, San Pedro Damián (nacido en 1007 y fallecido en 1072)
En la entrevista Matthew Cullinan Hoffman dijo: El Libro de Gomorra es una carta escrita al Papa San León IX alrededor del año 1049 en respuesta a una epidemia de sodomía entre los sacerdotes de Italia, que Pedro Damián temía que derrumbaría la ira de Dios sobre la Iglesia. Esta plaga de perversión sexual fue parte de una crisis mayor de laxitud moral en el sacerdocio, que incluyó incontinencia sexual generalizada y matrimonios ilícitos, la compra simoniacal de ordenación clerical y la prevalencia de una mentalidad mundana y carnal entre el clero. Los laicos estaban indignados por tal comportamiento e incluso comenzaban a rebelarse contra la jerarquía de la Iglesia en algunos lugares, como Florencia y Milán.
El Libro de Gomorra es una denuncia elocuente y apasionada del vicio de la sodomía, que describe con desgarrador detalle los devastadores efectos espirituales y psicológicos en quienes lo practican. Damián sostiene que la sodomía es el peor de todos los pecados porque causa el mayor daño al alma, y argumenta de manera muy persuasiva que no se debe permitir que ningún sacerdote habituado a tal comportamiento continúe en el sacerdocio. Sin embargo, el libro no es solo una condena de esta perversidad, sino también un manifestación de dolor por aquellos que han caído en tal inmoralidad, instándolos a "resucitar de entre los muertos" y regresar a Cristo, y prometiéndoles perdón e incluso gloria espiritual si se arrepienten y hacen penitencia. Por lo tanto la obra expresa profundamente tanto la justicia como la misericordia de Dios. San Pedro Damián logró el arrepentimiento de muchos sacerdotes que habían caído en el vicio de la sodomía rescatándolos para Cristo.
El libro fue escrito por el monje benedictino, cardenal y doctor de la Iglesia, San Pedro Damián (nacido en 1007 y fallecido en 1072)
En la entrevista Matthew Cullinan Hoffman dijo: El Libro de Gomorra es una carta escrita al Papa San León IX alrededor del año 1049 en respuesta a una epidemia de sodomía entre los sacerdotes de Italia, que Pedro Damián temía que derrumbaría la ira de Dios sobre la Iglesia. Esta plaga de perversión sexual fue parte de una crisis mayor de laxitud moral en el sacerdocio, que incluyó incontinencia sexual generalizada y matrimonios ilícitos, la compra simoniacal de ordenación clerical y la prevalencia de una mentalidad mundana y carnal entre el clero. Los laicos estaban indignados por tal comportamiento e incluso comenzaban a rebelarse contra la jerarquía de la Iglesia en algunos lugares, como Florencia y Milán.
El Libro de Gomorra es una denuncia elocuente y apasionada del vicio de la sodomía, que describe con desgarrador detalle los devastadores efectos espirituales y psicológicos en quienes lo practican. Damián sostiene que la sodomía es el peor de todos los pecados porque causa el mayor daño al alma, y argumenta de manera muy persuasiva que no se debe permitir que ningún sacerdote habituado a tal comportamiento continúe en el sacerdocio. Sin embargo, el libro no es solo una condena de esta perversidad, sino también un manifestación de dolor por aquellos que han caído en tal inmoralidad, instándolos a "resucitar de entre los muertos" y regresar a Cristo, y prometiéndoles perdón e incluso gloria espiritual si se arrepienten y hacen penitencia. Por lo tanto la obra expresa profundamente tanto la justicia como la misericordia de Dios. San Pedro Damián logró el arrepentimiento de muchos sacerdotes que habían caído en el vicio de la sodomía rescatándolos para Cristo.
San Pedro Damián llamaba en sus predicas a sus hermanos sacerdotes a vivir en santa Pureza: “Purifiquémonos, pues, de cualquier impureza de cuerpo o espíritu, siguiendo el mandato de Pablo, para entrar al fin en ese templo de la bienaventuranza al que se dirige ahora nuestra intención.
El que dentro de este templo que es la Iglesia quiere ofrecerse a Dios en sacrificio necesita, una vez que haya sido purificado por el bautismo, revestirse luego de las diversas virtudes, como está escrito: Que tus sacerdotes se vistan de justicia; en efecto, quien renace en Cristo como hombre nuevo por el bautismo no debe volver a ponerse la mortaja del hombre viejo, sino la vestidura del hombre nuevo, viviendo con una conducta renovada.
Así es como, limpios de las manchas del antiguo pecado y resplandecientes por el brillo de la nueva conducta, celebramos dignamente el misterio pascual e imitamos realmente el ejemplo de los santos mártires”.
El Papa Leo IX elogió a Damián por enseñar con el ejemplo y no meras palabras, y concluye su carta con la hermosa esperanza que con la ayuda de Dios, que cuando el monje llegue a su morada celestial, pueda obtener su recompensa y ser coronado: " junto con todos los que fueron arrebatados gracias a el , de las garras del diablo".
El que dentro de este templo que es la Iglesia quiere ofrecerse a Dios en sacrificio necesita, una vez que haya sido purificado por el bautismo, revestirse luego de las diversas virtudes, como está escrito: Que tus sacerdotes se vistan de justicia; en efecto, quien renace en Cristo como hombre nuevo por el bautismo no debe volver a ponerse la mortaja del hombre viejo, sino la vestidura del hombre nuevo, viviendo con una conducta renovada.
Así es como, limpios de las manchas del antiguo pecado y resplandecientes por el brillo de la nueva conducta, celebramos dignamente el misterio pascual e imitamos realmente el ejemplo de los santos mártires”.
El Papa Leo IX elogió a Damián por enseñar con el ejemplo y no meras palabras, y concluye su carta con la hermosa esperanza que con la ayuda de Dios, que cuando el monje llegue a su morada celestial, pueda obtener su recompensa y ser coronado: " junto con todos los que fueron arrebatados gracias a el , de las garras del diablo".
"La afectividad desviada no es más que un aspecto de una personalidad inmadura. La terapia debe apuntar a enseñar al paciente a reconocer y combatir toda una gama de expresiones de ego-centrismo infantil, de temores, complejos de inferioridad, reacciones consolatorias, afectaciones y autocompasiones. En la esfera afectiva crecemos cuanto mayor es la confianza en nosotros mismos como hombres o como mujeres con plenitud y felicidad. Un psiquiatra holandés que militaba en el movimiento de emancipación homosexual cuenta la curación de una lesbiana gracias a un sacerdote dotado de buen sentido psicológico, que le dijo: '¡Si es que tú te has quedado en cuando eras una niña ... ! '. Su proceso de cambio duró un tiempo, pero acabó reconociendo ante el psiquiatra que su problema había desaparecido 'como una pierna amputada, que no vuelve'."
G. J. M. VAN DEN AARDWEG
Es un acreditado psicólogo holandés, catedrático desde hace más de treinta años, casado, padre de siete hijos, que ha dictado cursos en Estados Unidos, Canadá y Brasil. Autor de numerosos libros, ensayos y artículos sobre la homosexualidad.
G. J. M. VAN DEN AARDWEG
Es un acreditado psicólogo holandés, catedrático desde hace más de treinta años, casado, padre de siete hijos, que ha dictado cursos en Estados Unidos, Canadá y Brasil. Autor de numerosos libros, ensayos y artículos sobre la homosexualidad.
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