| 20 enero, 2021
No me gusta tener que traer al padre Martin a estas páginas tan a menudo pero no podemos olvidar que es, posiblemente, el jesuita más influyente de Estados Unidos; fue recibido por el Papa Francisco en audiencia en el Palacio Apostólico con todos los honores -podía haber sido de forma privada en Santa Marta-, donde recibe a los jefes de Estado; y lo que es más importante: es consultor del dicasterio para la Comunicación del Vaticano.
No sé si, jugando con la famosa ventana de Overton, el conocido como apóstol de “los LGTB” es el encargado de ir tirando de ella para que veamos como progresista lo que antes veíamos impensable y mañana veremos aceptable.
Pero en ese juego ayer se pasó de frenada. A través de su cuenta de Twitter, donde el jesuita tiene 300.000 seguidores -nada desdeñable en esa red social- se dedicó a blanquear y defender la profanación que el lobby LGTB hace en Polonia de la imagen de su patrona, la Virgen Negra de Częstochowa.
“En Polonia, donde la homofobia es rampante, las personas LGBT están siendo juzgadas por “profanar” una copia de la Virgen Negra. Pero María es para todos, incluidas las personas LGBT, y hay una larga historia de retratarla como parte de diferentes comunidades de fe”, escribió Martin en la red social.
Entonces, comparó esa profanación de la imagen de la Virgen -a la que ponen tanto a ella como a su hijo el nimbo con la bandera del colectivo- con las representaciones que se hacen de la Virgen en otras culturas: imágenes de Nuestra Señora con rasgos de otras razas; lo mismo, vaya.
“La comunidad LGBT tiene algunas imágenes como esta. Por eso no es de extrañar que agreguen su propio símbolo, el arcoíris, de manera respetuosa, a una querida imagen de su madre”, añadió el jesuita. “Qué apropiado que esté llorando, porque es su hijo el que sufre cada vez que se persigue a una persona LGBT”, indicó. A lo mejor su Hijo sufre más por el hecho de que segmentes y catalogues a la gente en función de sus tendencias sexuales y por el hecho de que siembres confusión bajo el disfraz de la tolerancia, padre.
Pero es que a James Martin se le ve desatado, ha apretado el acelerador. No sabemos si son los nervios por el inicio del mandato de Joe Biden, que empieza hoy, y en el que intervendrá un amigo jesuita suyo -lo ha dicho varias veces en las redes. Lo cierto es que ya está entusiasmado con uno de los nombramientos de Biden. No, no es uno como el de Trump cuando nominó a Amy Coney Barrett, madre de 7 hijos y católica, al puesto de juez de la Corte Suprema. Martin ha mostrado su entusiasmo porque Biden ha elegido a un transgénero -un señor que ahora dice que es una señora-como subsecretario de Sanidad.
“Un avance histórico en el reconocimiento de la dignidad de la persona transgénero. Las personas transgénero merecen participar en todos los niveles de la vida pública, compartir sus talentos con la comunidad y contribuir al bien común”, ha escrito en Twitter.
¿Alguien de la jerarquía piensa parar los pies a este jesuita y decirle que para afirmar según que cosas se quite el alzacuellos? ¿Por qué tenemos que soportar esta confusión orquestada por los que deberían guiar a los fieles en la seguridad del magisterio? La Iglesia católica debe ser el faro de una humanidad desorientada, no una copia barata y en diferido de la “cultura” posmoderna occidental.
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