La Sabiduría no entrará en un alma mal dispuesta, ni habitará en un cuerpo esclavo del pecado. Sabiduría 1: 4
«Por el pecado, el hombre pierde una doble dignidad: una respecto a Dios y otra respecto a la Iglesia. Respecto a Dios, pierde a su vez una doble dignidad. Una es su dignidad principal, por la cual era considerado hijo de Dios, y la recupera mediante la penitencia, representada (Lc 15) por el hijo pródigo, pues al arrepentirse, su padre ordenó que se le devolviera la primera prenda, junto con un anillo y zapatos. La otra es su dignidad secundaria, es decir, la inocencia, de la cual, como leemos en el mismo capítulo, el hijo mayor se jactó diciendo (Lc 15,29): «Mira, durante tantos años te sirvo, y nunca he transgredido tus mandamientos»; y esta dignidad el penitente no puede recuperarla» (Tomás de Aquino, Suma Teológica II, Q.89, A3)
“Acabo de leer un libro escrito por lo que sólo puedo atribuir a una mente perversa”—Javier Paredes Opina sobre el Libro Blasfemo de Tucho
Dice San Juan Crisóstomo:
- Cuando te veo vivir de modo contrario a la razón, cómo te llamaré, hombre o bestia»
- Cuando te veo arrebatar las cosas de los demás, cómo te llamaré, hombre o lobo»
- Cuando te veo engañar a los demás, cómo te llamaré, hombre o serpiente»
- Cuando te veo obrar neciamente, cómo te llamaré, hombre o asno»
- Cuando te veo sumergido en la lujuria, cómo te llamaré, hombre o puerco»
- Peor todavía. Porque cada bestia tiene un solo vicio: el lobo es ladrón, la serpiente mentirosa, el puerco sucio; pero el hombre puede reunir los vicios de todos los brutos.